miércoles, 21 de diciembre de 2011

Incendiario

Incendiario

Nada, ni hola dijo el tipo, llegó y se desplomó sobre la mesa y se puso a llorar como un marrano. Le pregunté qué le pasaba y sólo murmuró algo inteligible sobre que se había muerto su madre y su chica lo había dejado. Estúpido, le dije, las madres se mueren y las chicas te dejan, así funciona el mundo. El replicó que todo eso lo hacía sentir feo, viejo, gordo y mal cojedor. Agarré mi vaso de fernet y me fui afuera, a la calle, y me senté en el cordón de la vereda. Encendí un cigarrillo y disfruté del vientito fresco que ayudaba a respirar. Diciembre 2011: el mundo arde, los boludos se amuchan y la fiesta Kirchnerista se resiste a llegar a su fin. La idea era, a fin de cuentas, incorporar a las masas al consumo? Eso era? Si era eso, hubiésemos dejado todo cuando teníamos 18 y listo. Disculpen, yo iba a contar una historia y, de hecho, es lo que voy a hacer de ahora en más. Sólo una última pregunta: los anarcoperonistas son una especie creada en los laboratorios secretos de Puan?

Ahora sí.

El viento, el vaso de fernet y el cigarrillo. Una combinación mágica que evitaba que escuche al marrano llorar. Eso era lo que necesitaba, algo de tranquilidad, estar con las patas desnudas sobre el asfalto tibio y nada de piedad para nada ni nadie. Que revienten como escuerzos fumadores, que revienten mal, echando humo, como triangulitos húmedos el 25 a la tarde. Al carajo con sus cerebros psicoanalizados y sus pretensiones. Al carajo conmigo también, ya que estamos. Agarro el vaso y lo revoleo contra la pared de la fábrica de enfrente. Estalla y es hermoso, sólo me gustaría que hubiese estado lleno de nafta súper y que prendiera fuego la fábrica, y que el incendio sea enorme y que las dotaciones de bomberos voluntarios (esa gente tan, pero tan asquerosamente buena) se viesen superadas y que el incendio se extienda por todo Ezpeleta y alrededores. Pero eso no pasa y tengo que ir adentro a buscar otro fernet. Mientras me lo sirvo, escucho al marrano llorar y me asquea. Nadie te quiere, nadie te conoce realmente, y nadie va a salvarte de nada, estúpido, le grito antes de salir. Él no escucha, sigue llorando y moqueando. Me siento nuevamente en el cordón de la vereda. Tomo un trago, cierro los ojos y lo escucho. Ese sonido es tan particular que sé que no me equivoco. El Lobo llega con su R 12.

- Qué hacés en la puerta?

- Es que el marrano no deja de llorar…

- Qué marrano?

- No importa…

- Voy al río, venís?

- No

- Mirá que hay merca… y de la buena.

- Mirá vos.

- Cagate

- Me cago, chau. – y en el último segundo antes de que el Lobo arranque – Aguantá, me pongo las zapas y vamos.

Zarpamos. La nave lobo come asfalto y quema nafta. El estéreo suena demasiado fuerte.

- Qué estamos escuchando?

- Calle 13, reggaetón… Centroamérica, te suena?

- Así que de golpe te me convertiste en un rebelde adaptado?

- Siempre lo fui.

- Vos usas Adidas, Adidas no te usa a vos…

- Claro.

- Puta.

- Qué?

- Qué mal gusto que tengo para los amigos.

- Tenés mal gusto para todo.

- Sí, tu vieja es bastante fea.

- Pero… la chupa bien.

- Eso es verdad.

Optamos por el silencio. Es eso o bajar en el Monte a cagarnos a trompadas. Estoy de un humor bastante particular últimamente. Estoy en guerra con todo y con todos, incluido yo mismo. Estoy pasando por una etapa de odio. Tengo una ametralladora de mierda y no hay trinchera, viejo, no la hay. No hay bandos. Todos son la misma mierda reflejada en un vaso de agua. Yo también, ok, pero que alguien se anime a apuntarme, que alguien pruebe suerte. Tengo más balas que cualquiera. Bajamos por Otamendi y llegamos a la rotonda principal. Compramos una cerveza en el kiosko, caminamos hasta la rambla y nos sentamos.

- Y la merca?

- Ahora viene.

- Nahhh, no me digas que venimos escuchando Calle 13 para colgar a esperar a un transa del Monte…

- Nada que ver, amigo, quédate tranquilo. Ahora nos vienen a buscar.

- Igual, yo no voy a ningún lado, terminamos la birra y me voy a tomar el 85 acá enfrente.

- Hacé lo que quieras.

- Más vale.

- Vos te la perdés.

- Me imagino: merca húmeda, gatos de cuarta y algún cana durísimo que se cree Tony Montana… mucha grasa, cortinas, transpiración y Criadores con cubitos.

- Es un amigo que es rugbier y pega una menesunda de la concha de la lora.

- Un careta.

- Sabés la fuerza que estoy haciendo para no meterte una trompada y bajarte todos los dientes?

- Me imagino.

- Bueno, entonces rescatate.

- No me rescato una mierda.

El Lobo me mira fijo, muerde sus labios y mueve la cabeza de izquierda a derecha.

- No te voy a pegar… me parece que ya tenés bastante siendo un pelotudo. Y eso que no empezaste a tomar.

- Qué voy a tomar si estamos acá como unos boludos tomando Diosa Tropical tibia?

- Aguantá…

- Aguantá, aguantá… siempre lo mismo, estoy cansado de aguantar, loco, cansado.

- Andate, entonces, para qué mierda viniste? Ni que te hubiese enfierrado para que vengas… tomatelás, andá. Mirá, ahí arranca un 85 vacío, hasta vas sentadito y todo. O querés que te lleve a upa?

- No… todavía queda birra.

Agarro la botella y me alejo unos metros. Me siento en los escalones y veo cómo sube el río. En menos de media hora, calculo, tendré que pasarme al escalón de arriba si no quiero mojarme. Los borrachos tomamos cualquier cosa, es verdad, pero no existe una pequeña ironía en el hecho de estar en el río de Quilmes y tomar Diosa Tropical?; yo creo que sí, que eso es sólo una pequeña muestra de lo horrible que puede llegar a ser el mundo en determinadas ocasiones. Escucho los pasos, El Lobo se acerca.

- Pasame el envase que voy a comprar otra.

Le paso el envase sin mirarlo y me quedo sentado. Una olita minúscula hace que mis zapatillas se mojen. Calculé mal. Me paso al escalón superior. Miro la luna y no me dice nada. Es solo un pedazo de piedra pálida colgada en el cielo. O no? O es que… es que nada, es que no me pasa nada, es que estoy muerto y enojado y todo me da lo mismo. Pero debería salvar a la luna y describir la noche de un modo más objetivo y desafectado. Ahí vamos: oscuridad total, algunas estrellas perdidas, las tres marías, la cruz del sur más allá, y la luna como una bola de pool gastada pero brillante. Listo. El Lobo está tardando demasiado y yo no sé si pegarme un tiro o tirarme al río a nadar. Pequeñas encrucijadas de la vida. Otra ola salpica más y mis zapatillas son agua. Agua sucia y llena de mierda y pescados muertos del río de Quilmes. Me tiro. El agua está demasiado baja y mis rodillas golpean con un áspero escalón de la rambla. No me importa, me incorporo y, caminando despacio, me voy metiendo hasta que el aguamierda me llega al cuello. Ahí respiro profundo y me sumerjo. Abro los ojos, pero no veo nada. Braceo y siempre mis dedos chocan con algo. Una cajita de vino, un pescado muerto, una bolsa de nylon. Algo áspero golpea mi cara y la raspa, parece haber sido una rama. Saco la cabeza, abro los ojos. Todo es oscuridad y me doy cuenta que estoy bastante lejos de la orilla. Ahogarme. Eso es lo que necesito?. Nah, tampoco para tanto. Por lo menos hoy, mañana vemos. El río siempre estará en el mismo lugar. Ya más adentro, el agua no es tan asquerosa y puedo dar hasta tres braceadas sin que la basura de todo el partido de Quilmes se cruce en mi camino. Pienso en que, a fin de cuentas, el agua me gusta y, pienso también, en aprender a surfear. Pero qué carajo vas a surfear de noche en el río de Quilmes, medio borracho y en pie de guerra. Eso será otro día. Y pensando en eso y amigándome con la luna, que a decir verdad, desde este punto del mundo resulta verdaderamente hermosa y salvadora, escucho el chuíii de la departamental. Bajan los canas y uno empieza a gritar:

- Qué está haciendo ahí metido?

- Nado, qué? está prohibido?

- Sí, no se puede meter y menos de noche.

- Cómo?

- Que no se puede nadar, y menos de noche.

- Cómo “y menos de noche”? De noche está más contaminado?

- Sí.

- Eh?

Ni lerdo ni perezoso, hundo la cabeza y nado a ciegas bajo el agua en dirección del muelle. Cuando siento que la cabeza me está por explotar, subo a la superficie y estoy en una parte derruida y lejos del muelle. Miro la costa y no hay nadie. Salgo del agua y me escondo atrás de una superficie de hormigón que termina en unas vigas oxidadas y retorcidas. Espero un rato y, cuando pienso que ya estoy seguro, espero otro rato más. Uno nunca es demasiado precavido en estos casos. Recién después de una hora salgo caminando tranquilo y empapado. Camino por Cervantes y paso por la vereda de enfrente de la comisaría mirando hacia abajo. Segundos de tensión, pero nadie me reconoce. Camino un poco más y descubro que R 12 desapareció, y con él El Lobo y el rugbier que papea. En la terminal del 85 no me dejan subir porque estoy mojado. Camino las treinta y cinco cuadras hasta mi casa cagado de frío, sólo como un perro.

martes, 12 de abril de 2011

Las Voces

Las Voces
Por G. Fink

Julio 2004
A una molécula del plástico.

- El otro día estaba pensando... un cigarrillo dura lo que un café. Digo: un café que tomás en un bar, no un instantáneo batido en tu casa... ése no sé lo que dura. Porque fijáte, imagínate: vos en un bar. Entrás, te sentás, te traen el café. Encendés un pucho, revolvés el azúcar y le das el primer sorbo, así, con la punta de los labios, sorbés. Otra pitada al pucho. Y así, cuando apagás el pucho, tomás el último sorbito, el frío. Frío y, a veces, muy azucarado. Es así, o no?
- No me había dado cuenta.
- Y no..., de esas cosas nadie se da cuenta, pero existen y son verdades. Por ahí, son verdades no muy relevantes, viste?, pero me gustan estas verdades inútiles. Como que, por ejemplo, a la margarina le falta una molécula para ser plástico. Por eso no se pudre, los bichos ni se le acercan, ni nada. Igual, si la probás, te das cuenta que el gusto es medio a plástico... vos sos de comer margarina?
- No, la verdad que no, a mí me gusta la manteca. En mi casa nunca compraban...
- No, en la mía tampoco. Pero me enteré de eso, y menos. Nada de margarina en nada quiero, ni un poquito así... nada. Cómo va a ir uno por la vida comiendo casi plástico?... el mundo está enfermo... Y lo de Mac Donnals que es mentira. Lo del gusano, digo... lo sabías, no? Que decían que las hamburguesas de Mac Donnals eran de gusanos. En realidad no era de gusanos, eso fue una bola que se corrió porque la gente, viste?, entiende cualquiera... la movida era que los de Mac Donnals, se decía, tenían como una forma de vida creada en un laboratorio que eran como lombrices gigantes que lo único que hacían era comer. No tenían ojos, ni patas, ni nada, como lombrices. Pero gigantes... imagínate que de ahí sacan, supuestamente, las hamburguesas de todos los Mac Donnals que existen. Que son una plaga. Qué mal gusto que tienen los yanquis... y cómo prende... lo que sí es cierto de Mac Donnals es lo de la disposición y los colores. Escuchate esta: los diseños de las sillas y la disposición de las mesas están especialmente diseñadas, como para que veas los colores en las paredes, que siempre son, por supuesto, amarillo y rojo. Eso es para que paulatinamente te pongas incómodo y te vayas. Porqué no sé qué cosa producen esos colores en la persona que es como que se quiere ir, entendés? Fast-food es igual Fast-client... y pum!, listo, tenés diez mil millones de dólares en esa verdad. Y, aunque muy cara, una verdad inútil. No cambia nada, no resuelve, no calma. Nada igual a, por lo menos, inútil.
- Puede ser.
- No, no: es. Está confirmado, hasta ellos mismos lo reconocen y antes de pintarlos así o elegir los colores, realizaron un estudio y todo. No fue casualidad. Todo pensado al milímetro. Una pesadilla. Gente ocupándose de pensar una ofensa total contra su propia especie. Ideando formas, o tratando de descubrir combinaciones levemente nocivas para otro. Que lo molestará tan levemente, de una forma tan sutil, que el individuo/número/cliente volverá. Eso es maldad. Compará eso con el pobre hombre que encuentra a la mujer con otro, se vuelve loco, mata a la mujer, la descuartiza y la esparce por toda la casa, al tipo que está con ella en la cama le corta los huevos con una hojita de afeitar oxidada, le tira sal gruesa en la herida, en donde ya no hay más nada que un coágulo de sangre negra y después lo remata con dos tiros en la cabeza, a la bebita de seis meses que dormía en la habitación de al lado, su propia hija, la revolea contra la tele y al perro lo prende fuego. No faltará quien diga que lo de Mac Donnals no le hace mal a nadie y el loco mató a... bueno, la esposa y el amante, te lo da por bueno la opinión pública, que eso es importante, porque hay que pensar el fenómeno global. Eso va a ser un caso mediático: especiales del día, el caso de la semana, etc. Es un factor muy importante. Libros, películas, y todo eso. Igual, lo de la nena cualquiera que le preguntes, cualquiera, quién vos quieras, te va a decir que es injustificable. Y me estoy olvidando del perro. Con todas las viejas conchudas que andan con los perritos esos de mierda, chiquititos y horribles por la tele. No te lo perdonan. Pero perdonan a Mac Donnals y su emporio de la incomodidad. Vuelvo: el mundo esta enfermo. Otra verdad inútil, aunque con muy buena prensa. La más conocida de las verdades inútiles. Ahí debe estar la esencia de la mediocridad. La verdad inútil. Los grandes han dicho grandes verdades, mientras que los demás hablamos de las verdades de segunda línea. Buceamos en los tachos de basura de lo más iluminado de la humanidad, para rescatar lo que más nos encandila, como los peces que se emboban con los anzuelos fosforescentes para después desilusionarse en instante que salen del agua colgados de un fierro que los desgarra y asfixiados por la hiperoxigenación... o algo así, se me ocurre. Qué es esto de Mac Donnals, frente al Dios ha muerto?
- Somos como peces... pero tenemos el mal gusto yanqui y somos mediocres por definición. Ah, y matamos gente. Esos son los tópicos que, en general, abarca el cine yanqui. El cine malo y el cine bueno. Mirá lo de Tarantino. Para Tarantino somos, los espectadores, animales consumistas y violentos. Sus películas funcionarían como un espejo cultural. O sea, no refleja al hombre común, sino sus valores culturales. Básicamente, los que busca. Violencia, sangre, mujeres sensuales, galanes con onda. Música vieja. Pone de moda algo que estuvo de moda en la época que el espectador medio pasaba por una etapa que lo marcaría como persona. Genera la nostalgia y la combina con buenas tomas. La enlata y la vende. Somos peces de la memoria.
- Te despertaste. Por fin hablás. Me estaba poniendo mal, porque hablaba sola. A vos no te pega de hablar mucho.
- Sí, a veces sí. Una noche, hablé como cuatro horas seguidas con uno que estaba dormido. Empezamos a hablar de cine a eso de las doce y eran las cuatro y yo seguía y el otro se había quedado dormido andá a saber cuando. Parecía que las palabras se chocaban unas con otras para salir. Terrible.
- Mirá vos... tanto sabés de cine para hablar cuatro horas?
- Andá a saber que barbaridades habré dicho... el loco estudiaba cine, creo, de ahí la charla... porque no le gustaban las pelis de zombies, ni las clase B corte Mal Gusto y eso... y ahí fui yo a tratar de hacerle entender lo del contrato de lectura y eso y me habré ido por las ramas, porque el tema no da para tanto... igual esto es como una compuerta de una represa, cuando abrís la boca, no paran de caer palabras, no las podés contener... salen. Salen, salen y salen. Y vos estás ahí, con tu cara de muerto, hablando rápido y diciendo cualquier cosa y en algún punto te das cuenta, te das cuenta que la cadena está funcionando de otra manera, que sabés que está pasando algo que funciona a un nivel en el que el miedo y el placer se conectan formando... no sé, formando como una especie de puente que se mueve, una especie de camino a casa, pero la casa está con todas las luces apagadas y las ventanas están rotas y la casa está llena de fantasmas y de telas de araña y de televisores rotos y hay un piano lleno de polvo, porque siempre hay un piano lleno de polvo, un polvo gris de años de estar abandonado sin nadie que lo toque y lleno de babosas y de bichos de esos que comen madera, pero estoy seguro de que si lo tocás suena y suena bien, está afinado... y arriba hay una araña con miles de pedacitos de vidrio verdinegro hecha de hierro forjado rojizo, pero no se ve bien porque no hay luz, no hay luz, ni gas, ni agua, ni nada y...
- Pará, pará... escuchame: me voy. Me está pintando una re paranoia y ni da... abríme, por favor, abrime que me muero, boludo, abrime, no lo tomés a mal ni nada, pero no me puedo quedar. Te juro que está todo más que bien, no te comas ninguna, pero, por favor abrime. Me encantaría quedarme, pero esa mierda cada vez me pega peor, me paranoiquea mal y me da mucha, pero mucha angustia... no te enojás, no? No te enojes, por favor, está todo bien, pero tengo que irme de acá. Y sola. No me podés acompañar. Ya sé que esto te parece una pavada, un mal rollo, pero no da para que me quede, entendés?, me puedo poner muy loca, muy histérica y no está bueno que estés al lado mío cuando me pongo así, porque es un trance re feo... escuchame, a vos nunca te pasa? Porque la verdad es que me da miedo, mucho miedo y mucha angustia y no sé que hacer, no se qué carajo hacer...
- Sí, está bien, te abro, pero estás segura...
- Nonononono, quedate, quedate sentado, porfavorporfavorporfavor, yo me voy y después cerrás la puerta... no te levantes, la concha de tu hermana, no te levantes por favor...
- Listo, listo, quedate tranquila.
- Chau.
- ...

miércoles, 30 de marzo de 2011

Las Voces

Todos los martes en www.panxacomics.blogspot.com

Las voces
Diciembre 2009

-Viste eso?
-No, qué cosa?
-Algo que se movió ahí afuera, no viste?
-No, estaba concentrado armando esto, qué fue?
-No se... pero algo se movió.
-El chupacabras, seguro.
-No, no, el chupacabras no es de acá, es de otra geografía, es de Méjico, el posta, no?, porque después había por todos lados... decían que era una cosa que se había escapado del hangar 18...
-Y puede que sea verdad y todo
-Sí, por supuesto... pero qué habrá sido lo que se movió ahí afuera...
-Un pájaro?
-Los pájaros no vuelan de noche
-Error. Los gorriones vuelan de noche, y tienen un significado bastante importante en la mitología... de no me acuerdo que tribu yanki, ponele los cherokees, porque son los que guían a las almas al lugar donde van las almas cuando la gente se muere en esa cultura.
-Al Valhalla
-Sí, una cosa así...
-De dónde sacaste tanta data?
-De un libro
-De qué libro?
-De una novela
-De quién?
-Ehh...
-No te acordás?
-Sí... de Stephen King era... pero no le digas a nadie.
-No, no... quedate tranquilo que esto muere acá.
-Gracias, che; posta.
-Nada... pero qué será lo que se movió ahí afuera?
-Estamos sobre seguro de que el chupacabras no es.
-No, y un pájaro tampoco, porque fue por ahí, por esta altura.
-Ni idea...
-Y qué libro era?
-La mitad siniestra..., empieza con que a un pibito le agarran brutos dolores de cabeza y le hacen unos estudios y en la cabeza le encuentran dos dientes y un ojo y eso era del hermano mellizo al cual se morfó cuando ambos dos, él y su hermano, estaban en gestación... eso suele ocurrir, se dan esos casos, en una proporción mínima, pero se da.
-Canibalismo in útero.
-Qué buen nombre para una banda de death metal.
-O para una buena gore
-O para un titular de Crónica
-O para los Expedientes Secretos del Diario Popular.
-Bueno, pero la cosa es que se lo extirpan y nada. Anda los más bien, crece sano y fuerte para convertirse en un escritor medio de mierda, aburridísimo, en el libro lo describe más o menos como si fuese una especie de... éste loco, cómo es...? El amigo del viejo...
-Bioy Casares.
-Efectivamente, una cosa así, una literatura blanca, aburrida... de mierda, inofensiva.
-Pará, pará, pará, te estás yendo al carajo.
-Te gusta Bioy Casares?
-Sí.
-Te puedo hacer una pregunta?
-La que quieras.
-A qué edad exactamente le cortaron los huevos a ese tipo?
-Sos un boluuuudo... andá, andá a leer Stephen King, muerto.
-Ok, te termino de contar o qué?
-Dale.
-Bueno, la cuestión es que nuestro amigo Bioy, je, se inventa un pseudónimo y escribe unas novelitas pulp llenas de violencia, minitas que están re fuertes, merca, escabio y demás y vende un montón y se hace millonario.
-Y nada más?
-No, sí... lo que pasa es que es muy largo, viste...? Si lo tuviese te lo prestaría, pero lo regalé o me lo -robaron o lo perdí o se lo presté a alguien que ya no veo más o cualquiera de esas cosas que pasan con los libros.
-Igual no lo iba a leer.
-No, no... vos seguí firme y no te rebajes, lee a Bioy Casares y al otro...
-Vamos a terminar a las piñas, te aviso.
-Sí, mejor cambiemos de tema; qué habrá sido eso que se movió allá afuera?
-Ni idea...
-Vamos a ver?
-Ni da.
-Típica respuesta de fan de Bioy Casares.
-Sos inconmensurablemente inmaduro, además de tener un pésimo gusto literario... leés literatura de supermercado y hablás mierda de Bioy Casares?
-Típico e insulso insulto de un fan de Bioy Casares.
-Porqué no te vas a la recalcada concha de tu abuela?
-Porque tengo que cavar.
-El humor negro no te salva de ser un estúpido.
-No, no, pero Bioy Casares sí, seguro... te batirías a duelo por Bioy casares?
-No, pero te cagaría a trompadas a vos, por gil nomás.
-Eso es otra cosa.
-Sí, es otra cosa.
-Te los imaginás a Bioy Casares con el otro, ahí, en Barrio Norte, con sus bastoncitos y sus lentes...
-Bioy Casares no era ciego.
-Pero se los ponía para que el otro no se sienta mal... muy buen muchacho Bioy Casares; pero te los imaginás los dos así como en un parque al atardecer con sus tacitas de té y sus masitas y sus... no sé... sus dientes postizos...?
-No, no me imagino nada.
-No, está bien, a mí se me viene esa imagen a la cabeza... qué se yo... si vos decís que son polenta...
-...
-Ok...


Las voces
Octubre 2010:

Una charla entre caballeros.



- No me gusta para nada lo que se llamó el nuevo cine argentino, para nada... los diálogos tan chotos, llenos de silencios incómodos y esos personajes seudo potus... buuu... una mierda, loco... parece que todos tienen problemas para hablar, todos son medio boludos... es como que agarraron un ejercito de pasteros y los largaron... una invasión de boludos en la tierra, bah, solamente en los guiones del nuevo cine argentino... todos andaban por ahí... o sea: el tema es la cantidad... si hubiese una sola película así, si hubiese un solo director con esa onda... pero son varios...
- A mí me gusta... y me encantan esos diálogos... bah, algunos, qué se yo... los de Rejtman me gustan... bah, a mí me gusta el cine de Rejtman en sí... Los guantes mágicos es buenísima...
- Ese Rejtman es un boludo...
- Lo conocés?
- No... pero un amigo actor me dijo que es un forro...
- Mirá vos... yo no lo conozco ni de lejos, así que me chupa un huevo...
- Me parece bien... yo prefiero odiarlo...
- Me parece perfecto... odialo cuanto quieras, estás en todo tu derecho...
- Mundo grúa es un pelotazo...
- Absolutamente de acuerdo... me acuerdo que fue para la misma época que vi Scarface entera... vi Scarface y al toque mundo grúa... imaginate que me acuerdo que no me gustó, pero no sé ni de qué es...Al Pacino hundiendo la cabezota en la montaña esa de merca y saliendo a los tiros... Mundo grúa...? ni ahí... posta, de verdad, que no me acuerdo ni de qué iba...
- De nada, iba... quedate tranquilo, no te perdiste de nada...
- Vos decís...?
- Seeee, no pierdas tu tiempo... qué groso Pacino... te juro que me lo tatuaría en la espalda a ese loco...
- Tampoco para tanto... pero es groso...
- No, más vale... te imaginás, loco, te sacás la remera y tenés la jeta de Pacino gigante en la espalda, vas por la vida con Al Pacino en la espalda... un mosssstro, loco... un re mossssstro... así, sin uuu...
- A lo Iorio...
- Seee... qué bajón Iorio... un desastre... un nazi
- Habla con Beto Casella...? no puede parar de ser un boludo...no puede parar... un forro ese tipo... un pajero... qué es luchar por el metal...? es la lucha más estúpida que puede existir en el universo... porque la lucha en ese contexto tiene que ver con... con establecer un nuevo modelo de vida, ponele... un cambio radical... a qué? A usar tachas y... no sé...? qué más...?
- Me niego a hablar de jevi metal con vos... a mi me gusta... Iorio es un boludo y todo lo que quieras, pero a mí me gusta el jevi...
- Nos obligarían a escuchar Rata Blanca... y nos harían corear los solos de Giardino... un infierno... unos hijos de puta los jevis... los jedis... un desastre...
- Cambiando de tema... en qué anda tu amigo ese rubio...
- Quién?
- El de las historietas... el rubio de rulos...
- Ah... se murió...
- Nahh... posta...?
- No, mentira... ahí anda... calculo que bien...
- Cómo que calculás...?
- Sí... qué se yo...
- Pero... corte que analizás las posibilidades de que pueda estar bien y las de que pueda estar mal y sobre la diferencia entre ambas estimas las probabilidades de lo que pueda ocurrirle a tu amigo en este preciso instante...?
- Absolutamente.
- Mirá vos... sos como el pelotudo de Pí...
- Más o menos.. che... qué hora es...?
- Las nueve...
- Vamos a luchar contra el crimen?
- Con este calor...? te parece, loco...? yo no quiero transpirar...
- Un supervillano está atracando el kiosko... deberíamos ir allí de inmediato... y deberíamos de llevar envases con nosotros...
- Me convenciste... después de usted...
- No, no, después de usted... por favor...
- No, no... insisto... es que usted tiene la llave...
- Aaaaahhh... ta bien...
- Pase...
- Gracias...
- Faltaba más...
- Por favor...

martes, 8 de marzo de 2011

Bzz Bzz

Me muevo sigiloso, suave, y miro hacia atrás cada unos cuantos metros. No hay nadie que me siga, lo sé, pero es mejor estar seguro. Me interno en la plaza, esquivo los arbustos y me siento en el banco del medio, así puedo vigilar todo el panorama. La noche del sábado calló sobre el barrio y la orquesta de motitos delivery suena por encima de la cumbia, los enganchados de Palito Ortega y el en vivo de Hermética. Si se calla el cantor, escucho entre acelerada y acelerada, calla la vida, porque qué es la vida misma sin el canto. Ahora tengo un casco, y sólo escucho, apagado, el ruido del motor dos tiempos. Tengo que llevar esta pizza, tengo que ganarme la propina y tengo que volver a mi casa, porque me espera mi hija de tres años. Vuelvo al banco, sentado observo el arbusto de en frente y puedo sentir cómo crece segundo a segundo, como gana en verde y cómo va dejando morir a las hojas que ya no le sirven. Siento físicamente cómo se seca mi mano, la veo amarronándose, siento el crujido y veo cómo se desintegra cuando la sacudo. Qué hago, ahora, sin mano? Sacudo el muñón y, de a poco, veo cómo va creciendo una nueva mano. La lamo, le saco los pedazos de piel extra con los dientes, y me queda una mano nueva, idéntica a la anterior, hasta con las mismas cicatrices. Es que está toda la información en el ADN, todo está en el cuerpo, todo, todo, todo. Como la lombriz planaria, esa lombriz que cuando se le amputa una extremidad, de divide y al bicho le crece la extremidad y a la extremidad le crece toda una nueva lombriz... de las cenizas de mi ex mano, no crece nada, por suerte... qué hago con dos yo?; me felicito por mi buena suerte y decido que ya he tenido demasiado aire libre por hoy. Necesito volver a casa, caminar esas dos cuadras y buscar Odisea del espacio y ver la parte del bebé espacial, el viaje con las luces, la velocidad, la disolución y la fusión del ser con la galaxia, y ya lo estoy viendo y ya estoy caminando, y cuando cruzo la esquina veo una convención de sapos, son una especie de asamblea de unos seis sapos que están reunidos en ronda alrededor de un congénere aplastado. Uno de ellos, el más grande, cogotea y me ve venir. Me mira fijo y sin disimulo, se aleja del circulo y viene hacia mí.
- Seguí, pibe, acá no hay nada para ver.
- Ok, man, ok... lo lamento
- Más lo lamento yo, era mi hermano.
Hago una mueca, busco una empatía interespecie. Si tuviese un sombrero me lo sacaría y lo llevaría en la mano hasta la esquina. Me doy cuenta que tengo sombrero, pero decido que ya es tarde para sacármelo. No sé, creo que se podría tomar como un acto un tanto artificial, y no quiero ofender a los sapos. Miro a mi alrededor y desconozco el paisaje, una mezcla entre Viet Nam y el barrio San José. Creo que tomé el camino equivocado. La calle termina en un descampado y, del otro lado, se puede ver un barrio de casas de chapa pintadas de colores inverosímiles, veo fucsias, rojos y algunas chapas amarillo fosforescente. Estoy en el medio del descampado y decido frenar, mirar a mi alrededor, observar las estrellas e intentar orientarme, saber donde estoy. Estoy parado al lado de una gran cantidad de bosta y escucho el balido de una oveja, miro hacia arriba y me pierdo más. Ahora estoy allá arriba, entre las estrellas; miro hacia abajo y me veo a mi mismo lejos, muy lejos, y me saludo con la mano, pero no me veo, no me reconozco, estoy cortando la luna con mi silueta, y ahora me veo de abajo, veo la luna blanca y mi silueta superpuesta y ya estoy de nuevo en la plaza y ahora camino en la dirección correcta. Me doy cuenta por que no hay ninguna asamblea de sapos y se escucha el ladrido de todos lo putos perros de la cuadra. Ladran, aúllan, gruñen, molestan. Una gata alzada imita a un bebé siento asesinado con un cutter oxidado, la luz de la esquina se enciende y se apaga y está llena de cotorritas muertas; desde abajo, pareciera que está llena de semillas de girasol. Miles de bichitos secos, que abandonaron su verdor y lo trocaron por una sequedad gris ceniza. Nada puedo hacer por ellas, man, si pudiese las salvaría. A todas y cada una de ellas, a todas. Y sigo caminando y dudo en qué esquina doblar, pero doblo y estoy seguro de que estoy perdido y equivocado, pero escucho una voz, la voz de la quiosquera, que me dice buenas noches y me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa y ya estoy seguro de que tomé el camino correcto y llego a la puerta y busco la llave. Abro, entro, y me siento a escribir esto que, creo yo, puede llegar a salvarme de San José Viet Nam, de la asamblea de sapos y de la culpa por no poder salvar a todas las cotorritas. Pero los renglones no se quedan quietos y la birome escribe en rojo cuando tendría que hacerlo en negro y mis manos tiemblan. Intento que los renglones se queden quietos, y aprieto la birome y rompo el cuaderno y ahí me doy cuenta que puedo usar el grabador, pero no sé dónde está el grabador, así que voy a la máquina y pongo la hoja en blanco y no pasa nada. No se me ocurre cómo comenzar a contar lo que quiero contar, y nada me convence... intento, intento, intento, y nada... estoy apagado, me siento vacío, triste, veo mis manos aceleradas tipeando pero no sé qué es lo que escriben y no escucho el sonido de las teclas. Estoy congelado, inmóvil, y sólo escucho el bzz bzz del mosquito en la oreja.

domingo, 30 de enero de 2011

Un millón de maníes

Una ventana,
Las cortinas,
La heladera,
La mesa,
La botella,
El vaso.
Una tele chiquita y apagada,
Un montón de historietas,
Una pila de libros, devedés y beacheeses
Aaima gatou
Jugando con un cucaracha muerta
Aima perrou
Ladrando en la esquina
El lavarropas que no anda
La cama, la mochila, los anteojos.
Dos guitarras,
Tres ceniceros,
Un millón
De maníes en el piso
Aima mosca
Atrapada en una bolsa de nylon
Aimde cucaracha
Con la que el gato juega
Una camisa blanca,
Una corbata negra,
Unas vans deshechas,
Un paquete de Philip Morris vacío,
Una banda de encendedores que no sirven
Dos paquetes de Camel sin abrir.
La lapicera que se revienta,
Los dedos manchados y lo poco que me importa.
La tinta entra en la herida
Y arde más, mucho más,
Que el mertiolate que te ponían de chico.
Y me lloran los ojos y me rechinan los dientes
Y la tinta cae
Como gotas de sangre negra
Sobre el papel.
Y el caos toma la hoja
Y me siento feliz
Con tan pequeña victoria
Y lamo la tinta de la hoja
Y me calienta, y se me para la pija,
Y me hago una paja, y acabo sobre el papel
Y todo es guasca y tinta
Que borran las palabras.
Y todo cobra sentido
Aunque nada lo tenga
Y el teléfono suena y me niego a contestar...
Pero la magia desaparece
Y atiendo,
Y ni daba atender;
Porque todo se cierra
De la forma que yo lo había previsto
Y no me gusta tener razón
Sobre determinadas cosas.

lunes, 10 de enero de 2011

Las ovejitas

Reptando sigilosamente por la mesa
rodando silenciosa, como una bola de pasto
en una vieja película de cowboys
esperando como una paciente arañita roja inexperta
disfrazada de lobo feroz y de leñador
disimulada entre el reflejo de la llama del encendedor en los lentes,
el libro de Castillo, las lapiceras que no funcan y el humo que sale del Phillip Morris
lo invade todo,
el recuerdo de la última noche antes del fin del mundo.
el recuerdo de un divertido descenso a los infiernos
bellas mujeres sin cabeza,
dulce azufre y hermosas rocas incandescentes
mansos perros de tres colas,
espléndidos tridentes afilados que pinchaban
mi hermoso y limpio trasero de niño enfermo,
de juguete roto, de tanguero sin frula,
de espantapájaros olvidado en un viejo galpón.
el recuerdo de carmesíes indescriptibles y calores nunca antes conocidos
el hermoso techo negro y liso del piso de la humanidad
la pérdida absoluta y total de toda inocencia,
la hermosa pista de baile de lava
donde danzan felices los espíritus más nobles
y allí no hay tiempo, ni sol, ni pajaritos
sólo bellas serpientes, fabulosos murciélagos,
azulados cuervos y gatos negros sin un ojo.
pero los recuerdos vienen y se van,
y ahora ni el libro de Castillo,
ni el reflejo de la llama del encendedor en los lentes,
ni las lapiceras que no funcan,
ni siquiera el humo del Phillip Morris
me conducen a nada.
pero los recuerdos vienen y van,
explotan y se van,
llegan para irse,
y siempre mienten y siempre traicionan
y siempre te escupen en la cara un par de verdades
supuestamente absolutas que caducarán pronto,
tan pronto como apoyes de nuevo tu cabecita en la almohada.
y sueñes con cien atigradas ovejitas rabiosas
que saltan el alambrado de la sociedad rural
para provocar desmanes y reducir toda la maldita ciudad a cenizas
en una noche clara y sin luna.