miércoles, 29 de abril de 2009

Trash III

Trash III

Los perros y los caminos.
(El Duke, la Dalma y la Yanina)

- Los perros son mis enemigos naturales. No es que los odie ni nada por el estilo..., solo que es una raza con la que no congenio. Me llevo muchísimo mejor con los gatos. Los perros, en la calle, me atacan, me ladran, me gruñen... hasta me han mordido. Todo esto, por supuesto, sin ningún tipo de necesidad ni de provocación de mi parte, ya que yo trato de dejar tranquilo a todo el mundo, inclusive a los perros. Pero bueno... ellos la tienen conmigo. Siempre tengo en cuenta los perros cuando voy por la calle. O sea: en mi barrio, cuando tengo que ir a cualquier lado... por ejemplo: cuando voy a comprar el pan, hago un recorrido, entre mi casa y la panadería, en el cual pueda cruzarme la menor cantidad posible de perros, basado en anteriores expediciones y anteriores encontronazos con enemigos posibles... Creo que ya encontré todos los caminos..., quiero decir: creo que ya encontré los caminos más libres de enemigos para llegar a cualquier lugar que necesite sin correr casi peligro... casi, siempre hay que dejar un margen. La seguridad mata el espíritu y hace que nos peguemos unas siestas infernales en nuestros raquíticos y crujientes laureles... casi libres de peligro, mejor dicho. Porque siempre es posible que te encuentres en esos lugares a algún perro nómada que el destino hace que se cruce en nuestro camino, algún pequinés de alguna vieja que está en la puerta... algo. Pero no tengo ninguna duda que ya tengo todos los más seguros...
- De verdad?- Dice una chica sentada a mi derecha, haciéndome bajar de las alturas para darme de trompa con esta semi-realidad de un bar ruidoso y una chica con la que parece que estoy hablando hace rato. En mi monólogo sobre el tema perros, me elevé hasta dejar atrás todo contexto, monologaba en abstracto, por el puro placer de hacerlo y fuera de toda función comunicativa que no fuese conmigo mismo. Parece una ancestral y saludable forma de masturbación.
- De verdad, qué?
- De verdad todo eso de los perros y los caminos?
- Si...
- Vos no estás bien...
- Nunca dije lo contrario... igual, creo que fui claro al decir que yo no tengo ningún problema con los perros, ninguno... son ellos... son bichos malévolos, según parece... las puertas del infierno, ahora recuerdo, las cuida un perro de tres cabezas que escupe fuego por cuando ladra... El can Cervero...
- Si, si, si... che, mirá, allá están mis amigas... voy para allá un ratito, después vengo...- señaló un grupo de chicas igual que ella y se fue. Calculo que hay un 0.01 por ciento de probabilidades de que vuelva. El Duke vuelve con cerveza y unos vasos. No sé qué es lo que hago acá, en este bar lleno de gente. No recuerdo cómo llegué acá. En qué parte del día mi noche se convirtió en esto.
- Brindemos – Dice el Duke- Por la Dalma y la Yanina!-grita mientras choca violentamente mi vaso con el suyo.
- Por la Dalma y la Yanina, a tu salud!- Contesto soriente.
- Querés enchular la birra con un clona?
- No, gracias, no me copa el mambo... quedo zombie...
- Si, a mi tampoco me gusta mucho, pero... es droga, viste?... antes que nada...
- Si, ni hablar... sabés algo de tu hermano?
- Que está guardado...
- Ya sé, pero fuiste a verlo, sabés algo de él por alguno, te escribió... algo?
- Me dijo el negro Enrique, que tiene un primo metido también, que parece que está con uno que es sobrino y ahijado del gordo Valor y manejan el penal. Mueven, transan... hasta tienen minas ahí...
- Posta?
- Eso dice el negro que dice el primo, pero la posta-posta, no la tiene nadie... a mí, me da medio fantasía lo que me cuenta este pibe... yo, lo único que sé es cayó en cana por pancho, por hacerse el Tony Montana y que ni bien entró se lo garcharon hasta que se cansaron y le pasaron el bicho... después, esto que te digo que me contó el negro... puede ser, pero no sé... yo lo quiero, es mi hermano, todo... pero es un bardo y siempre fue un bardo... y ahora, si sale, va a ser peor, porque encima tiene el bicho, o sea que le va a importar menos todo... va a ser un quilombo... va a durar un tiempito y lo van a dar vuelta, porque es fija: podés ser un bardo si sos una luz, tenés que ser un flash, super inteligente, pero este es un boludo que se pica con ginebra y va al frente como loco... me da lástima porque es buen tipo, buenísimo... vos lo conocés...
- Si, una excelente persona...
- Viste?, pero bueno, la suya es esa: ser un bardo, vino así al mundo y así se va a ir... una cagada... tenés una tuca por ahí?
- Si... – Y saqué medio porro de papel de celulosa que brilló por un instante gracias a las blancas luces del lugar y lo encendí. Inhalé hasta asegurarme que hubiese prendido correctamente y se lo pasé.
- ...- El Duke fuma– Es buenísimo, che – con voz chirriante-... donde lo pegaste? De la tía?
- No, me lo trajo un rolinga de ahí del barrio que compra en San Justo...
- En San Justo?
- Si...
- Mirá vos, nunca había escuchado que nadie pegue porro en San justo... he escuchado de transas de merca en San Justo, en unos monobloks...
- Hay monobloks en San Justo?
- Ni idea, no fui nunca, pero eso decían...
- Ni idea, no conozco... pasé una vez, hace mucho... recuerdo que me pareció un lugar horrible... feo estéticamente... como Avellaneda; Avellaneda me deprime, su fealdad influye en mi estado de ánimo, entendés? Eso mismo, creo, es lo que me pasó cuando estuve en San Justo. Qué feo que es Avellaneda...
- Nunca le presté atención... el otro día, en Avellaneda justamente, hablaba con una pibita alemana que vino acá no sé porqué carajo, a hacer qué cosa y la conocí en una fiesta, y me decía que lo que le llamaba la atención de acá, era la cantidad de perros perdidos. Pergggdidos, decía ella medio trabado, pergggdidos... todavía no la cachaba del todo la historieta de que los perros anden por ahí y se reproduzcan y sean perros, que no sean de nadie, solo perros que viven siendo perros... allá, los perros de la calle no existen, hasta tienen obra social los perros... increíble... Imaginate que salís de acá, te vas caminando y no te cruzás ni un puto perro? Sería rarísimo... ni bueno ni malo, porque la verdad es que los perros, verdaderamente, me chupan un huevo, me parecen demasiado sometidos... una versión de amor que no me convence, pero desde que tengo uso de razón, que cruzo un promedio de dieciséis perros por día por la calle... Creo que, por más que los perros no me gusten particularmente, me deprimiría no verlos por la calle... Alemania es mi Avellaneda...
- Pero... vos contás a los perros que ves en la calle? – Dije sorprendido.
- Si... no me preguntes porqué, pero desde que aprendí a contar, de pendejo, que cuento los perros que veo por la calle. En un tiempo, tenía un cuaderno en que tenía dibujado una especie de mapa del barrio en cada hoja y escribía ahí cuantos perros me cruzaba por día y en donde me los cruzaba... ahora ya no, pero me quedó lo de contarlos... viste esas costumbres boludas que tiene uno? Como escupir, comerte las uñas y todas esas boludeces? Bueno: yo cuento perros. – El Duke me mira sonriendo, como avergonzado- Te parece raro?
- Para nada...- Alzo mi vaso hacia las estrellas y propongo un brindis:
- Por la Dalma y la Yanina, mi estimado Duke.
- Ni hablar – Dice el Duke, y choca violentamente mi vaso con el suyo.

Trash III

Trash III

Los perros y los caminos.
(El Duke, la Dalma y la Yanina)

- Los perros son mis enemigos naturales. No es que los odie ni nada por el estilo..., solo que es una raza con la que no congenio. Me llevo muchísimo mejor con los gatos. Los perros, en la calle, me atacan, me ladran, me gruñen... hasta me han mordido. Todo esto, por supuesto, sin ningún tipo de necesidad ni de provocación de mi parte, ya que yo trato de dejar tranquilo a todo el mundo, inclusive a los perros. Pero bueno... ellos la tienen conmigo. Siempre tengo en cuenta los perros cuando voy por la calle. O sea: en mi barrio, cuando tengo que ir a cualquier lado... por ejemplo: cuando voy a comprar el pan, hago un recorrido, entre mi casa y la panadería, en el cual pueda cruzarme la menor cantidad posible de perros, basado en anteriores expediciones y anteriores encontronazos con enemigos posibles... Creo que ya encontré todos los caminos..., quiero decir: creo que ya encontré los caminos más libres de enemigos para llegar a cualquier lugar que necesite sin correr casi peligro... casi, siempre hay que dejar un margen. La seguridad mata el espíritu y hace que nos peguemos unas siestas infernales en nuestros raquíticos y crujientes laureles... casi libres de peligro, mejor dicho. Porque siempre es posible que te encuentres en esos lugares a algún perro nómada que el destino hace que se cruce en nuestro camino, algún pequinés de alguna vieja que está en la puerta... algo. Pero no tengo ninguna duda que ya tengo todos los más seguros...
- De verdad?- Dice una chica sentada a mi derecha, haciéndome bajar de las alturas para darme de trompa con esta semi-realidad de un bar ruidoso y una chica con la que parece que estoy hablando hace rato. En mi monólogo sobre el tema perros, me elevé hasta dejar atrás todo contexto, monologaba en abstracto, por el puro placer de hacerlo y fuera de toda función comunicativa que no fuese conmigo mismo. Parece una ancestral y saludable forma de masturbación.
- De verdad, qué?
- De verdad todo eso de los perros y los caminos?
- Si...
- Vos no estás bien...
- Nunca dije lo contrario... igual, creo que fui claro al decir que yo no tengo ningún problema con los perros, ninguno... son ellos... son bichos malévolos, según parece... las puertas del infierno, ahora recuerdo, las cuida un perro de tres cabezas que escupe fuego por cuando ladra... El can Cervero...
- Si, si, si... che, mirá, allá están mis amigas... voy para allá un ratito, después vengo...- señaló un grupo de chicas igual que ella y se fue. Calculo que hay un 0.01 por ciento de probabilidades de que vuelva. El Duke vuelve con cerveza y unos vasos. No sé qué es lo que hago acá, en este bar lleno de gente. No recuerdo cómo llegué acá. En qué parte del día mi noche se convirtió en esto.
- Brindemos – Dice el Duke- Por la Dalma y la Yanina!-grita mientras choca violentamente mi vaso con el suyo.
- Por la Dalma y la Yanina, a tu salud!- Contesto soriente.
- Querés enchular la birra con un clona?
- No, gracias, no me copa el mambo... quedo zombie...
- Si, a mi tampoco me gusta mucho, pero... es droga, viste?... antes que nada...
- Si, ni hablar... sabés algo de tu hermano?
- Que está guardado...
- Ya sé, pero fuiste a verlo, sabés algo de él por alguno, te escribió... algo?
- Me dijo el negro Enrique, que tiene un primo metido también, que parece que está con uno que es sobrino y ahijado del gordo Valor y manejan el penal. Mueven, transan... hasta tienen minas ahí...
- Posta?
- Eso dice el negro que dice el primo, pero la posta-posta, no la tiene nadie... a mí, me da medio fantasía lo que me cuenta este pibe... yo, lo único que sé es cayó en cana por pancho, por hacerse el Tony Montana y que ni bien entró se lo garcharon hasta que se cansaron y le pasaron el bicho... después, esto que te digo que me contó el negro... puede ser, pero no sé... yo lo quiero, es mi hermano, todo... pero es un bardo y siempre fue un bardo... y ahora, si sale, va a ser peor, porque encima tiene el bicho, o sea que le va a importar menos todo... va a ser un quilombo... va a durar un tiempito y lo van a dar vuelta, porque es fija: podés ser un bardo si sos una luz, tenés que ser un flash, super inteligente, pero este es un boludo que se pica con ginebra y va al frente como loco... me da lástima porque es buen tipo, buenísimo... vos lo conocés...
- Si, una excelente persona...
- Viste?, pero bueno, la suya es esa: ser un bardo, vino así al mundo y así se va a ir... una cagada... tenés una tuca por ahí?
- Si... – Y saqué medio porro de papel de celulosa que brilló por un instante gracias a las blancas luces del lugar y lo encendí. Inhalé hasta asegurarme que hubiese prendido correctamente y se lo pasé.
- ...- El Duke fuma– Es buenísimo, che – con voz chirriante-... donde lo pegaste? De la tía?
- No, me lo trajo un rolinga de ahí del barrio que compra en San Justo...
- En San Justo?
- Si...
- Mirá vos, nunca había escuchado que nadie pegue porro en San justo... he escuchado de transas de merca en San Justo, en unos monobloks...
- Hay monobloks en San Justo?
- Ni idea, no fui nunca, pero eso decían...
- Ni idea, no conozco... pasé una vez, hace mucho... recuerdo que me pareció un lugar horrible... feo estéticamente... como Avellaneda; Avellaneda me deprime, su fealdad influye en mi estado de ánimo, entendés? Eso mismo, creo, es lo que me pasó cuando estuve en San Justo. Qué feo que es Avellaneda...
- Nunca le presté atención... el otro día, en Avellaneda justamente, hablaba con una pibita alemana que vino acá no sé porqué carajo, a hacer qué cosa y la conocí en una fiesta, y me decía que lo que le llamaba la atención de acá, era la cantidad de perros perdidos. Pergggdidos, decía ella medio trabado, pergggdidos... todavía no la cachaba del todo la historieta de que los perros anden por ahí y se reproduzcan y sean perros, que no sean de nadie, solo perros que viven siendo perros... allá, los perros de la calle no existen, hasta tienen obra social los perros... increíble... Imaginate que salís de acá, te vas caminando y no te cruzás ni un puto perro? Sería rarísimo... ni bueno ni malo, porque la verdad es que los perros, verdaderamente, me chupan un huevo, me parecen demasiado sometidos... una versión de amor que no me convence, pero desde que tengo uso de razón, que cruzo un promedio de dieciséis perros por día por la calle... Creo que, por más que los perros no me gusten particularmente, me deprimiría no verlos por la calle... Alemania es mi Avellaneda...
- Pero... vos contás a los perros que ves en la calle? – Dije sorprendido.
- Si... no me preguntes porqué, pero desde que aprendí a contar, de pendejo, que cuento los perros que veo por la calle. En un tiempo, tenía un cuaderno en que tenía dibujado una especie de mapa del barrio en cada hoja y escribía ahí cuantos perros me cruzaba por día y en donde me los cruzaba... ahora ya no, pero me quedó lo de contarlos... viste esas costumbres boludas que tiene uno? Como escupir, comerte las uñas y todas esas boludeces? Bueno: yo cuento perros. – El Duke me mira sonriendo, como avergonzado- Te parece raro?
- Para nada...- Alzo mi vaso hacia las estrellas y propongo un brindis:
- Por la Dalma y la Yanina, mi estimado Duke.
- Ni hablar – Dice el Duke, y choca violentamente mi vaso con el suyo.

Trash III

Los perros y los caminos.
(El Duke, la Dalma y la Yanina)

- Los perros son mis enemigos naturales. No es que los odie ni nada por el estilo..., solo que es una raza con la que no congenio. Me llevo muchísimo mejor con los gatos. Los perros, en la calle, me atacan, me ladran, me gruñen... hasta me han mordido. Todo esto, por supuesto, sin ningún tipo de necesidad ni de provocación de mi parte, ya que yo trato de dejar tranquilo a todo el mundo, inclusive a los perros. Pero bueno... ellos la tienen conmigo. Siempre tengo en cuenta los perros cuando voy por la calle. O sea: en mi barrio, cuando tengo que ir a cualquier lado... por ejemplo: cuando voy a comprar el pan, hago un recorrido, entre mi casa y la panadería, en el cual pueda cruzarme la menor cantidad posible de perros, basado en anteriores expediciones y anteriores encontronazos con enemigos posibles... Creo que ya encontré todos los caminos..., quiero decir: creo que ya encontré los caminos más libres de enemigos para llegar a cualquier lugar que necesite sin correr casi peligro... casi, siempre hay que dejar un margen. La seguridad mata el espíritu y hace que nos peguemos unas siestas infernales en nuestros raquíticos y crujientes laureles... casi libres de peligro, mejor dicho. Porque siempre es posible que te encuentres en esos lugares a algún perro nómada que el destino hace que se cruce en nuestro camino, algún pequinés de alguna vieja que está en la puerta... algo. Pero no tengo ninguna duda que ya tengo todos los más seguros...
- De verdad?- Dice una chica sentada a mi derecha, haciéndome bajar de las alturas para darme de trompa con esta semi-realidad de un bar ruidoso y una chica con la que parece que estoy hablando hace rato. En mi monólogo sobre el tema perros, me elevé hasta dejar atrás todo contexto, monologaba en abstracto, por el puro placer de hacerlo y fuera de toda función comunicativa que no fuese conmigo mismo. Parece una ancestral y saludable forma de masturbación.
- De verdad, qué?
- De verdad todo eso de los perros y los caminos?
- Si...
- Vos no estás bien...
- Nunca dije lo contrario... igual, creo que fui claro al decir que yo no tengo ningún problema con los perros, ninguno... son ellos... son bichos malévolos, según parece... las puertas del infierno, ahora recuerdo, las cuida un perro de tres cabezas que escupe fuego por cuando ladra... El can Cervero...
- Si, si, si... che, mirá, allá están mis amigas... voy para allá un ratito, después vengo...- señaló un grupo de chicas igual que ella y se fue. Calculo que hay un 0.01 por ciento de probabilidades de que vuelva. El Duke vuelve con cerveza y unos vasos. No sé qué es lo que hago acá, en este bar lleno de gente. No recuerdo cómo llegué acá. En qué parte del día mi noche se convirtió en esto.
- Brindemos – Dice el Duke- Por la Dalma y la Yanina!-grita mientras choca violentamente mi vaso con el suyo.
- Por la Dalma y la Yanina, a tu salud!- Contesto soriente.
- Querés enchular la birra con un clona?
- No, gracias, no me copa el mambo... quedo zombie...
- Si, a mi tampoco me gusta mucho, pero... es droga, viste?... antes que nada...
- Si, ni hablar... sabés algo de tu hermano?
- Que está guardado...
- Ya sé, pero fuiste a verlo, sabés algo de él por alguno, te escribió... algo?
- Me dijo el negro Enrique, que tiene un primo metido también, que parece que está con uno que es sobrino y ahijado del gordo Valor y manejan el penal. Mueven, transan... hasta tienen minas ahí...
- Posta?
- Eso dice el negro que dice el primo, pero la posta-posta, no la tiene nadie... a mí, me da medio fantasía lo que me cuenta este pibe... yo, lo único que sé es cayó en cana por pancho, por hacerse el Tony Montana y que ni bien entró se lo garcharon hasta que se cansaron y le pasaron el bicho... después, esto que te digo que me contó el negro... puede ser, pero no sé... yo lo quiero, es mi hermano, todo... pero es un bardo y siempre fue un bardo... y ahora, si sale, va a ser peor, porque encima tiene el bicho, o sea que le va a importar menos todo... va a ser un quilombo... va a durar un tiempito y lo van a dar vuelta, porque es fija: podés ser un bardo si sos una luz, tenés que ser un flash, super inteligente, pero este es un boludo que se pica con ginebra y va al frente como loco... me da lástima porque es buen tipo, buenísimo... vos lo conocés...
- Si, una excelente persona...
- Viste?, pero bueno, la suya es esa: ser un bardo, vino así al mundo y así se va a ir... una cagada... tenés una tuca por ahí?
- Si... – Y saqué medio porro de papel de celulosa que brilló por un instante gracias a las blancas luces del lugar y lo encendí. Inhalé hasta asegurarme que hubiese prendido correctamente y se lo pasé.
- ...- El Duke fuma– Es buenísimo, che – con voz chirriante-... donde lo pegaste? De la tía?
- No, me lo trajo un rolinga de ahí del barrio que compra en San Justo...
- En San Justo?
- Si...
- Mirá vos, nunca había escuchado que nadie pegue porro en San justo... he escuchado de transas de merca en San Justo, en unos monobloks...
- Hay monobloks en San Justo?
- Ni idea, no fui nunca, pero eso decían...
- Ni idea, no conozco... pasé una vez, hace mucho... recuerdo que me pareció un lugar horrible... feo estéticamente... como Avellaneda; Avellaneda me deprime, su fealdad influye en mi estado de ánimo, entendés? Eso mismo, creo, es lo que me pasó cuando estuve en San Justo. Qué feo que es Avellaneda...
- Nunca le presté atención... el otro día, en Avellaneda justamente, hablaba con una pibita alemana que vino acá no sé porqué carajo, a hacer qué cosa y la conocí en una fiesta, y me decía que lo que le llamaba la atención de acá, era la cantidad de perros perdidos. Pergggdidos, decía ella medio trabado, pergggdidos... todavía no la cachaba del todo la historieta de que los perros anden por ahí y se reproduzcan y sean perros, que no sean de nadie, solo perros que viven siendo perros... allá, los perros de la calle no existen, hasta tienen obra social los perros... increíble... Imaginate que salís de acá, te vas caminando y no te cruzás ni un puto perro? Sería rarísimo... ni bueno ni malo, porque la verdad es que los perros, verdaderamente, me chupan un huevo, me parecen demasiado sometidos... una versión de amor que no me convence, pero desde que tengo uso de razón, que cruzo un promedio de dieciséis perros por día por la calle... Creo que, por más que los perros no me gusten particularmente, me deprimiría no verlos por la calle... Alemania es mi Avellaneda...
- Pero... vos contás a los perros que ves en la calle? – Dije sorprendido.
- Si... no me preguntes porqué, pero desde que aprendí a contar, de pendejo, que cuento los perros que veo por la calle. En un tiempo, tenía un cuaderno en que tenía dibujado una especie de mapa del barrio en cada hoja y escribía ahí cuantos perros me cruzaba por día y en donde me los cruzaba... ahora ya no, pero me quedó lo de contarlos... viste esas costumbres boludas que tiene uno? Como escupir, comerte las uñas y todas esas boludeces? Bueno: yo cuento perros. – El Duke me mira sonriendo, como avergonzado- Te parece raro?
- Para nada...- Alzo mi vaso hacia las estrellas y propongo un brindis:
- Por la Dalma y la Yanina, mi estimado Duke.
- Ni hablar – Dice el Duke, y choca violentamente mi vaso con el suyo.

miércoles, 8 de abril de 2009

Trash II

En un cometa hacia las rocas

Lo primero que recuerdo, después de mi encontronazo con Claudia, es que el erre 12 corría y corría por las calles del suburbio y nosotros, trágicos y bellos, nos sentíamos en la cima de la creación. Dos ilustres desconocidos viajando en la ruta de la noche eterna antes del fin del mundo. Fumábamos, recios, cada uno mirando hacia su lado, perdidos en nuestros pensamientos más penetrantes y lúgubres. La noche no caía entre nuestros dedos como pequeños e insignificantes granos de arena, sino que su masa íntegra se desintegraba al hacer contacto con nuestras manos de fuego. Las esquinas pasaban junto los faroles, los carros, los perros, los gatos, las putas y los nenes aspirando poxi-ran en bolsitas tristes. El mundo te pega patadas repentinas en la conciencia todo el maldito tiempo, pero nosotros estábamos preparados para que eso no nos afecte. No veíamos la luna, solo el techo del erre 12 celeste, y con eso nos alcanzaba. Las luces se veían brillantes, casi cegadoras, el frío ya no se sentía después del tercer trago de Criadores etiqueta negra, y las sombras de los árboles reflejaban figuras cada vez más interesantes en el asfalto gris iluminado malamente por una tenue luz anaranjada.
- Fink – Dijo repentinamente el Lobo
- Qué?
- Seguís escribiendo?
- Más o menos..., por?
- Porque se me ocurrió una idea buenísima para un cuento... y como a mí no se me da por escribir, quería que lo escribas vos.
- ...
- Escuchá: dos tipos planean robar un banco; dos pelagatos, dos muertos. No tienen idea los tipos... Qué hacen?... eh?... un pacto con el diablo. Le piden que se de lo del robo y que los deje vivir hasta los cien años para disfrutar la guita. Se los concede y a los cien años, el diablo quiere cobrar su pacto...
- Y?
- Y lo logra. Los dos tipos se van tranquilos y felices por haber disfrutado la guita, las putas, la merca y todo lo demás.
- Ahh...
- Pero eso no es todo, porque lo interesante del cuento, mi estimado amigo, es el monólogo que hacen cada uno de estos dos viejos de cien años antes de morir...
- Y qué dicen?
- No sé... cualquier pelotudéz... si ya está... cualquier ganzada que pongas en el medio con un cuarto de vuelo poético, va bien... te hacés un poco el raro, hablás de la cuadratura del círculo, la piedra filosofal de la concha del pato y listo... hasta te podés ganar un premio y todo...
- ...
- Boludo, te estoy dando un sachet vacío para que lo completes, una estructura, la historia del diablo y todo lo demás no es más que un soporte de lo verdaderamente importante que es lo que van a decir estos dos pelotudos antes de morir... Está estructurado para que cualquier cosa media misteriosa que digan estos tipos, sea maravillosa...
- Y si no dicen nada...? Sería mucho más interesante...
- Si no dicen nada, el puto cuento es tuyo y no mío, Fink!, andá a cagar!
- Pero lo tengo que escribir yo...
- No. Vos no escribís nada, vos funcionás como mi escribiente, entendés?
- …
- Por ejemplo, que uno de los viejos diga... Mi vida fue como ir en un cometa hacia las rocas... es más: ese debe ser el título del cuento... o la novela, por qué no?
- Muy buen nombre – Dije convencido y con un hectolitro de envidia.-, muy bueno... funcionaría también como obra de teatro... no lo pensaste?
- Por supuesto, mi estimado Fink, por supuesto...- Y me guiñó el ojo con una mueca inconfundiblemente malévola. El viejo y sonriente Lobo; su delirio estallaba en una intensidad estéril y estrepitosa, ya que yo no me prestaría para semejante fantochada literaria.
Después de esto, seguimos sumidos en nuestros respectivos pensamientos, mientras el erre 12 celeste devoraba asfalto y tragaba litros y litros de nafta común y la noche nos acogía en su seno como una madre. Una madre bella, tibia e incestuosa que se paseaba en portaligas y susurraba sucias fantasías a nuestros oídos.
Las esquinas seguían pasando junto los faroles, los carros, los perros, los gatos, las putas... Saco la cabeza por la ventanilla y veo la luna por primera vez en esta negra noche invernal, siento el viento helado en la cara, en el pelo, en el cuerpo. Aúllo y escucho que desde adentro del erre 12 celeste, el Lobo no me acompaña en este coro nocturno y desafinado. Él espera que ella le aúlle a él.
Vuelvo a meter mi cabeza al auto y automáticamente el Lobo enciende el stereo. Por un instante, en mi mundo todo se vuelve negro, cierro los ojos y sonrío, me recuesto en el asiento. Por los parlantes, sale algo saturada y a todo volumen, la oscura, grave e inconfundible voz de Tom Waits. Vuelven de a poco los colores. Tom arremete contra su propia soledad y canta a su modo, desde algún oscuro departamento alquilado: ”Afuera, otra Luna llena le hace un agujero amarillo a la noche, yo trepo por mi ventana y bajo hacia la calle, voy brillando como una moneda de diez centavos nueva”. Marco el ritmo con la cabeza, moviéndola hacia arriba y hacia abajo. Tom sigue atrapado en esa ciudad buscando todas las noches a alguien que no encuentra en los trenes que van y vienen durante toda la noche. Le dice a ese alguien a quien no encuentra: “Conozco tu ventana y sé que es tarde, conozco las escaleras y el camino hasta tu puerta...” Abro los ojos a un mundo de nuevo en colores, las tinieblas desaparecieron por completo. La canción sube en el estribillo y acompaño a Tom con el coro: “Voy a verte esta noche, en el tren del suburbio, donde cada noche es lo mismo...”
- Tom Waits salvó mi vida – Le digo al Lobo, ya recuperado por completo.
- Qué? – Dice entre el ruido.
- Que Tom Waits – dije, en voz más alta- salvó mi vida...
El lobo se limitó a sonreirá y asentir con la cabeza con una exagerada sonrisa en su rostro. No entendió nada de lo que dije, pero hizo como que sí. Así parecen ser las cosas cuando vas en un cometa hacia las rocas. Y a mí, la verdad, me parece fantástico.