jueves, 29 de enero de 2009

No hay jabalíes en Ubraska

(Millones de moscas y un cerdo salvaje)

- Te lo juro, Fink, me metieron causa por unas gafas; a vos te parece? Los políticos se la pasan robando, tomando, cojiéndose pendejas, y no le hacen nada... y a mí, por unas gafas, me meten causa... los jueces son todos unos caretas...- Dice Nico Jabalí, esta tarde noche de abril que nos cruzamos. Le habían abierto una causa judicial por robar unos lentes de sol. Un suceso delictivo casi nulo, una pavada. Pero cuando le agregamos que el hecho había sido perpetrado en compañía de parte de la Guardia Imperial... uno prefiere no pensar en el anterior poseedor de las gafas. Dejémoslo ahí, decía un viejo dinosaurio que tardó demasiado en morir. Nico me habla rápido y gesticula con la cara. Enarca las cejas, muestra los dientes y se rasca la oreja izquierda con el hombro. Tiene las manos ocupadas. En su mano izquierda descansa en paz, sobre un recorte de bolsa de supermercado, una piedrita de porro paraguayo prensado. Con la derecha lo va picando lenta y concienzudamente. Este espécimen celestial, este prohombre de los bordes que pica laboriosamente su ambrosía para convidarme, es una leyenda viviente. Un Dios griego cocainómano, alcohólico y furioso suelto en los confines del barrio. Sus historias son diseminadas por el barrio por los pibes que miran la marginalidad desde la vereda de enfrente, curiosos de las aventuras de los fuera de la ley. Una vez nos cruzamos con él un sábado a la noche. Éramos un grupo de tres o cuatro, estábamos recorriendo la zona en busca de algo que no hemos encontrado todavía, cuando se escucharon gritos desde la esquina de la avenida. Nos acercamos porque olfateamos el peligro. En algún momento de la confusión de gritos, puteadas y piñas repartidas, entendí que la historia había sido la siguiente: pasó uno tomando Whisky / Nico le pidió un trago / El otro no le dio / Nico lo golpeó / le sacó el Whisky / Tomó un trago / El otro le pegó a Nico / Nico quería ir a buscar un chumbo y enfriarlo. Enfriarlo por irrespetuoso. Algunos de sus seguidores de esa noche, lo incitaban. Ya habían comprobado la existencia del mito y ahora querían sangre. Querían un nadie que haga lo que a ellos les gustaría hacer. Nosotros seguimos camino. Llegamos a un bar y entramos, como para hacer algo estúpido con nuestro tiempo. Tomamos unos tragos, hablamos con algunas señoritas. Por la ventana del bar, vi a Nico Jabalí llegando con su trouppe de amigos / súbditos. Me alegré por él, por el hecho de que haya podido esquivar la estupidez histérica de sus compañeros de juerga. Apuré mi vaso y enfilé hacia el baño. Esquivé a una niña que inhalaba cocaína casi agachada detrás de la barra y entré. Vi una escupida de sangre en el piso. Frente a mí, casi de espaldas, un pibe bañado en sangre ya seca miraba en el espejo una frente destruida y abierta y una masa sanguinolenta de carne flácida que cubría casi por completo el ojo derecho, resistiéndose a creer que la imagen que devolvía el espejo era la suya. Saqué cuentas. Habían pasado ya más de dos horas del episodio del Whisky. El tiempo justo como para ir a buscar un chumbo si uno sabe donde. Nico no había esquivado nada. Había embestido el bulto que le habían puesto en el camino como un toro lleno de merca, Gancia caliente y cerveza en envases de plástico. Había escupido fuego por la boca y ese fuego escupido y desparramado en la noche, quería decirnos algo. Quería marcar una diferencia con el resto del mundo, dejando un espacio insondable en él y el resto de los mortales. Y, de paso, nos dejaba una enseñanza eterna: Algunas leyendas se construyen cumpliendo las expectativas histéricas y estúpidas del público.
Después de esa noche, no nos vimos mucho más. Él trabajaba de camionero y nunca se lo veía por el barrio. Nos cruzamos en una esquina una noche perdida y nos fumamos un porro mientras me mostraba fotos de su hijo y me contaba que no lo dejaban verlo. Nunca hablamos de esa noche en el bar ni del episodio del Whisky. Creo que ninguno de los dos sabemos a ciencia cierta cómo terminó.
- Vuelvo al camión, Fink – dice mirándome a los ojos detrás de una cortina humo espeso – Estoy cansado de estar acá, loco, me entendés?, encima, ahora esto de la causa... me voy de nuevo con el mionca. Eso es vida, amigo, eso sí que es vida. Manejás por la ruta, nadie te rompe las pelotas, parás donde querés, a la hora que querés, te tomás unas birritas frescas al costado de la ruta, te pegás un pase (porque está todo bien, todos toman) y por allá levantas una minita, la llevás unos kilómetros y te la culeás...
- Me alegro por vos, Nico, me alegra verte bien – Digo estúpidamente emocionado y en medio de un furioso ataque de tos, efecto del porro paraguayo y el casi acartonado papel ombú.
- Si, loco, estoy joya...
- El mundo es tuyo, parece...
- Ni hablar, Fink, ni hablar...
Nos quedamos sonriendo en silencio durante un buen rato. Acto seguido me abraza con sus dos brazos como tenazas y se aleja en silencio. Camino, ahora, pensando de qué estarán hechos los tipos como él. Estos peligrosos tipejos que andan por la vida con sus causas judiciales, sus peleas a cuchillo, sus tiroteos y sus noches que duran semanas a cuestas como una mochila cargada de dinamita húmeda y traicionera. Deben estar hechos de fuego...
Veintiuna cero cinco. Desde una casa sale, poderoso y estridente, el sonido de una cumbia. Pienso en el Lobo y en aquella cumbia que no recuerdo de que grupo es. Tengo la boca seca y acabo de tener una charla con un semidiós, mientras un sinfín de personas estaban sentadas frente al televisor golpeteando sus venas, preparándolas para la inyección letal del aburrimiento masivo; encerrados en sus modernos y decorados corrales, temerosos de todo lo que pudiese llegar a dejarles una marca.
Millones de moscas no pueden equivocarse, amigos, solo los jabalíes pueden darse esos lujos. Pero nuestros amados jabalíes vienen en baja. Son una hermosa especie en extinción. En Ubraska, un lugar aburrido y lleno de moscardones verdes de mil ojos, patas peludas, y vibrantes alitas embadurnadas de materia fecal, ya no quedan. Es más, han borrado toda huella que pudiese delatar que algún hermoso cerdo salvaje haya pisado alguna vez esa tierra de moscas con sus hermosas pezuñas. A esta altura, es un hecho consumado: No hay jabalíes en Ubraska.

viernes, 9 de enero de 2009

Edipo resuelto

Mamá se murió. No una, sino dos veces. Calculo que esta es la definitiva. Dos plomazos calientes y ruidosos en la cabeza, y chau. Mamá, te quiero. Pero no te soporto o, mejor dicho, no te soportaba. La primera vez fue triste, aunque fue un gran alivio que dejases de sufrir y no tener que cuidarte más. No es que fuese una molestia, pero no está bueno eso de cambiar pañales. A nadie le puede gustar. Mamá volvió de la muerte creo que tres años después de que murió por vez primera. Yo estaba tranquilo, tomando mates y escuché el timbre. Y nada, estaba mamá a medio pudrir con el camisón rosa todo sucio de barro. No tenía mucho pelo y los labios estaban comidos por los gusanos. Estaba obligada a sonreír todo el tiempo. Le faltaba una oreja y había perdido una parte de la lengua, lo que hacía bastante difícil la comunicación.
Si alguien piensa que este es un relato sobre zombies, no puede estar más equivocado. Mi mamá nunca vio ninguna de zombies y, por lo tanto, no sabía como comportarse. El zombie, el muerto vivo, tiene una finalidad determinada (comer, asustar, vengarse, la revolución social, etc.). Mamá carecía de todo proyecto maléfico; solo estaba de vuelta. De algún modo, la muerte le hizo un gran favor, porque estaba mejor de lo que estuvo la última etapa de su vida anterior. Le faltaban pedazos, pero estaba de vuelta.

- Vino mi mamá-le dije a Santo-, vení a verla.
- OK, voy en un rato-dijo y colgó.
Al rato llegó Santo
- Tu mamá?
- Mi mamá, boludo
- Y cómo sabés que eso es tu mamá?, está hecha mierda...
- Estuvo muerta tres años
- Es verdad...
- Pero vos la ves, no?, no estoy alucinando...
- No, es una mina en descomposición que camina y hace ruidos... o sea, estuvo muerta y enterrada, tiene barro pegado por todos lados... Quedate tranquilo...
- Buenísimo...
- Y...?
- Y... qué?
- Qué vas a hacer con esto...
- Esto es mi mamá, boludo, qué querés que haga?
- No sé, pero algo tenés que hacer, no?
- Huuuaoorgg...- Dijo mamá- Uhhgaoorrrr, ahaaaaaaarrrggggggguuuuu-dijo, y se dirigió a al interior de la casa.
Nos quedamos hablando con Santo sobre qué hacer con mamá en el patio, mientras ella, pensábamos, redescubría la que por tantos años había sido su casa. Me pareció pertinente dejarla. La verdad es que nunca le tuve miedo a mamá muerta. Se notaba a la legua que era buena onda. No era un fantasma, no era un particular de una horda de muertos vivos que venían a por nuestros cerebros ni nada. Era mamá, la vieja y querida mamá que volvía de culo inquieto que era nomás, a visitarnos.
- Llamo a mi hermana?
- No
- Por?
- Porque no le cabe una, es re cerrada, no te va a dar bola...
- Vos decís eso porque todavía te cabe, no boludín? Pero cómo no le voy a avisar, si es su madre también...
- Bueno, pero yo me voy, no me hace bien verla...
- Ok, no la llamo... pero que puto que me salíste viejo, eh?
- Andá a cagar...- y se le llenaron los ojos de lágrimas.
- Bueno, dale, no te pongas mal y armate uno... pero finito, cabezón, eh? Porque está mi vieja
- Ok.

Mientras fumábamos escuchábamos ruidos, mamá estaba adentro haciendo algo con las cacerolas. Se ve que como estaba media podrida las manitos no le funcionaban del todo bien, no tenía la fuerza de antes... ay, mamita, si cuando estabas viva por primera vez tenías la fuerza de un toro lleno de pichicata brava! Y ahora... quién te ha visto y quién te ve, viejita... toda zombie, toda despedazada. Cómo, de entre todas las personas de este mundo al único que se le revive la madre es a mi?, bueno, a mí y a Pao, pero bueno, ella no sabe nada, por lo tanto no se le revivió la madre... o sea, el fenómeno y la percepción es una misma cosa. Es como decía Sartre, pero bueno, menos perfecto. Digo menos perfecto como para no sonar pretencioso, no?, porque como no estoy del todo seguro de haberlo entendido a la perfección, me escudo detrás de una aposición y un modificador directo, sino la oración sería: Es como dice Sartre. A qué iba con todo esto?... no recuerdo, pero bueno... la cuestión importante acá es que mamá está viva, o algo parecido.
Todo conflicto psicológico tiene su génesis en el cordón umbilical, no? O sea, la madre nutricia y protectora. Calculo que habrá algo de odio intrauterino por el tema de la dependencia obligada, pero ahora? Qué pasa? Eh?. Tener madre una vez te trauma, perderla te trauma... que vuelva convertida en zombie? Calculo que tendrá una relación directa con los temores e inconvenientes en el plano de relación con el mundo de ahora en adelante. Cuanto tiempo tarda en traumarte una madre? Hace quince que volvió y....

- Santo, todavía tenés el chumbo de tu viejo en tu casa?
- Si, y tiene balas! Por?
- Lo podés traer?
- El chumbo?
- Sí
- Sí, ahora vuelvo.
Santo se fue y me quedé solo con mamá. Entré a ver que hacía y la vi sentada con un tarro de dulce de leche, comiendo con el único dedo que le quedaba en la mano derecha, los demás estaban desparramados por la cocina. En un momento su dedito no salió del tarro (que, para entrar en detalles, estaba casi vacío) aunque ella realizó el movimiento con el muñoncito que le quedaba. Pobre mamá, pensar que te quedó el dedito clavado en el dulce de leche repostero me hace llorar como un marrano. Se te veía hasta menos zombie cuando comías el dulce!, es tan triste verte, mamá, si te vieses me darías la razón. Nadie merece andar así por la vida (o la no vida, si querés), sin ningún tipo de motivación más que la de meter un dedo putrefacto en el dulce de leche.
- Mamá, a qué volviste?
- Uoorgahhha
- Me extrañabas?
- Uoraghher
- Venís a decirme que viste mi futuro y me querés prevenir de algo?
- Uooouarrgghhh
Mamá me miraba fijo con sus ojitos de zombie, negros, brillantes y redonditos.
- Viniste a comerme el dulce de leche, mamá?
- Uoorghaarggjkakgaaaaa
- Me estás cargando? Porque si volviste así para no hacer nada... viste? Uno ya no sabe que mierda hacer... porque si fueses un fantasma que viene a cobrar una deuda, que quiere hacer vengar su muerte, algo, me entendés? Algo, mamá... venís a comer el... que boluda! No llegás al fondo con el muñón que te quedó! Date cuenta que lo tuyo no es vida, má... qué vas a hacer de tu vida así?
- Uooorghghgrrrhh
- Bueno, la verdad es que no sé para que mierda me gasto, mamá, no nos entendemos, nunca lo hicimos... no sé porqué habríamos de hacerlo ahora, así, zombie...
- Uoruououuourorer
- Seguí nomás con el muñón y el dulce, no te calentés, cualquier cosa estoy en el patio...
- Uooorgggggghghghghg
- Seee, tranquila Mirtha- y la dejé sola.
Me senté en el cantero y encendí un pucho. Mierda! Qué bueno que es fumar. Me encanta, si hay algo de lo que no me arrepentiré jamás es de mi próximo cancer... Miro la cucha vacía de Gutierrez, el perro de mamá, ojalá que no vuelva... era malo como todo pequinés, tienen la cabecita tan chiquita que creo que el cerebro les choca contra el craneo y los chifla. Son todos histéricos y pollerudos, perros de mierda. Mamá lo adoraba, le daba besitos en la boca y todo, el bicho le lamía los cayos del pie... un asco, la verdad.
Santo debe haberse perdido, a veces le pasa. Mamá salió al patio y se cayó de trompa al piso; quedó ahí tirada un ratito haciendo esos ruidos de zombie que tan bien le salen hora. La iba a levantar, pero para qué?. Cuando se levantó empezó a dar vueltas en el mismo lugar en el sentido contrario a las agujas del reloj. Pobre, qué mal le hizo estar muerta tres años. La muerte, si volvés para que alguien lo constate, no?, te vuelve pelotudo. Mamá zombie es insoportable, no deja de moverse y hacer ruido. Santo, la concha de tu madre, donde estás?, digo al cielo y, como por arte de magia, se abre la puerta de entrada.
- Donde estabas?
- No sé...
- Santo, sos un boludo, te perdiste otra vez?
- No, no, me parece que me quedé dormido...-dice, como para zafar, y se ruboriza.
- Bueno, el chumbo?
- Qué chumbo?
- El de tu viejo, el que fuiste a buscar! Santo, estás hecho un boludo viejo...
- Uhhh, pará, lo dejé arriba de la mesa, ahora vuelvo.
- ...
Ay, viejita, lo que soporto para que no sufras más!, cuando te descuajeringue a tiros vas a ver, no vas a estar más así de pelotuda...
Sigue girando, la muy desgraciada, y yo la contemplo. La verdad es que dudo de que todo esto esté pasando realmente. Enciendo la mitad del porrito que queda, y la observo desde el cantero en el que estoy sentado. Mamá, querés un poco?, pienso con fuerza, como para transmitirle el pensamiento. Pero mamá sigue dando vueltas. Inhalo, retengo, exhalo. Y mamá cada vez me cae más simpática, me da mas ternura su descomposición. Ay, Santo, que tipo boludo que sos, si tardás mucho más va a ser tarde, boludo, la voy a terminar adoptando... pero no; mejor la descuageringo a balazos. Qué voy a hacer con una mamá zombie? eh?, nada, qué voy a hacer. Va a estar dando vueltas y, en este estado, en una semana se me desarma por completo y me quedan solo los pedacitos de cuerpo de mamá por todos lados.
- Mamá, perdoná que te rompa las pelotas siempre con lo mismo, pero... qué mierda estás haciendo acá?
- Uuuuuooorhgrkkk- y seguía dando vueltas sobre sí misma
- Si, ya sé que no podés hablar, pero, por favor, un poco de esfuerzo...
- Uuorrggkkjjkjkjkjp
- Hacete entender al menos, vieja, porque estoy empezando a pensar que viniste a nada, a despedazarte delante de mí... la verdad, mamá, que sos un bajón...
- Uooeraaasjsdhshld
- Andate a la concha de tu hermana, Mirta!- dije y me dediqué a fumar y no mirarla, devié mi vista hacia el costado.
Y Santo, el infradotado de Santo, que no viene. Encontré una piedrita en el suelo, mientras esquivaba la figura de mamá para no deprimirme más de lo que estaba. Una piedrita, un canto rodado de esos marrones oscuros. La tomé, la pesé, apunté y le di. Mamá tambaleó un poco, pensé que iba a caer de espaldas, pero no, se mantuvo en pie. La piedrita golpeó justo en el centro de su frente y se hundió hasta la mitad en la carne putrefacta de mamá. Pensé: si le tiro un piedrita de esas de obra, que son más puntudas, la atraviesa de lado a lado sin ningún tipo de problemas. Reí; mamá ya no daba vueltas, había quedado shoqueada por el golpe. Pobre, no estuve bien, pero lo disfruté.
Santo volvió. El pulso me tiembla y el arma me parece muy pesada. Debe ser por las balas. Calma, a respirar hondo y apuntar. Santo me mira y sonríe, como si no entendiese bien la situación, como si no supiese bien que esperar. Es un tipo sorprendente. Qué se puede esperar de un tipo apuntando con un revolver a un zombie? Mira a mamá, que todavía está quieta, y me mira. Apunto, disparo. Dos plomazos calientes y ruidosos en la cabeza y chau. Santo me mira y sonríe, se ve que era una de las posibilidades que manejaba.

Godofredo Fink.