miércoles, 29 de abril de 2009

Trash III

Trash III

Los perros y los caminos.
(El Duke, la Dalma y la Yanina)

- Los perros son mis enemigos naturales. No es que los odie ni nada por el estilo..., solo que es una raza con la que no congenio. Me llevo muchísimo mejor con los gatos. Los perros, en la calle, me atacan, me ladran, me gruñen... hasta me han mordido. Todo esto, por supuesto, sin ningún tipo de necesidad ni de provocación de mi parte, ya que yo trato de dejar tranquilo a todo el mundo, inclusive a los perros. Pero bueno... ellos la tienen conmigo. Siempre tengo en cuenta los perros cuando voy por la calle. O sea: en mi barrio, cuando tengo que ir a cualquier lado... por ejemplo: cuando voy a comprar el pan, hago un recorrido, entre mi casa y la panadería, en el cual pueda cruzarme la menor cantidad posible de perros, basado en anteriores expediciones y anteriores encontronazos con enemigos posibles... Creo que ya encontré todos los caminos..., quiero decir: creo que ya encontré los caminos más libres de enemigos para llegar a cualquier lugar que necesite sin correr casi peligro... casi, siempre hay que dejar un margen. La seguridad mata el espíritu y hace que nos peguemos unas siestas infernales en nuestros raquíticos y crujientes laureles... casi libres de peligro, mejor dicho. Porque siempre es posible que te encuentres en esos lugares a algún perro nómada que el destino hace que se cruce en nuestro camino, algún pequinés de alguna vieja que está en la puerta... algo. Pero no tengo ninguna duda que ya tengo todos los más seguros...
- De verdad?- Dice una chica sentada a mi derecha, haciéndome bajar de las alturas para darme de trompa con esta semi-realidad de un bar ruidoso y una chica con la que parece que estoy hablando hace rato. En mi monólogo sobre el tema perros, me elevé hasta dejar atrás todo contexto, monologaba en abstracto, por el puro placer de hacerlo y fuera de toda función comunicativa que no fuese conmigo mismo. Parece una ancestral y saludable forma de masturbación.
- De verdad, qué?
- De verdad todo eso de los perros y los caminos?
- Si...
- Vos no estás bien...
- Nunca dije lo contrario... igual, creo que fui claro al decir que yo no tengo ningún problema con los perros, ninguno... son ellos... son bichos malévolos, según parece... las puertas del infierno, ahora recuerdo, las cuida un perro de tres cabezas que escupe fuego por cuando ladra... El can Cervero...
- Si, si, si... che, mirá, allá están mis amigas... voy para allá un ratito, después vengo...- señaló un grupo de chicas igual que ella y se fue. Calculo que hay un 0.01 por ciento de probabilidades de que vuelva. El Duke vuelve con cerveza y unos vasos. No sé qué es lo que hago acá, en este bar lleno de gente. No recuerdo cómo llegué acá. En qué parte del día mi noche se convirtió en esto.
- Brindemos – Dice el Duke- Por la Dalma y la Yanina!-grita mientras choca violentamente mi vaso con el suyo.
- Por la Dalma y la Yanina, a tu salud!- Contesto soriente.
- Querés enchular la birra con un clona?
- No, gracias, no me copa el mambo... quedo zombie...
- Si, a mi tampoco me gusta mucho, pero... es droga, viste?... antes que nada...
- Si, ni hablar... sabés algo de tu hermano?
- Que está guardado...
- Ya sé, pero fuiste a verlo, sabés algo de él por alguno, te escribió... algo?
- Me dijo el negro Enrique, que tiene un primo metido también, que parece que está con uno que es sobrino y ahijado del gordo Valor y manejan el penal. Mueven, transan... hasta tienen minas ahí...
- Posta?
- Eso dice el negro que dice el primo, pero la posta-posta, no la tiene nadie... a mí, me da medio fantasía lo que me cuenta este pibe... yo, lo único que sé es cayó en cana por pancho, por hacerse el Tony Montana y que ni bien entró se lo garcharon hasta que se cansaron y le pasaron el bicho... después, esto que te digo que me contó el negro... puede ser, pero no sé... yo lo quiero, es mi hermano, todo... pero es un bardo y siempre fue un bardo... y ahora, si sale, va a ser peor, porque encima tiene el bicho, o sea que le va a importar menos todo... va a ser un quilombo... va a durar un tiempito y lo van a dar vuelta, porque es fija: podés ser un bardo si sos una luz, tenés que ser un flash, super inteligente, pero este es un boludo que se pica con ginebra y va al frente como loco... me da lástima porque es buen tipo, buenísimo... vos lo conocés...
- Si, una excelente persona...
- Viste?, pero bueno, la suya es esa: ser un bardo, vino así al mundo y así se va a ir... una cagada... tenés una tuca por ahí?
- Si... – Y saqué medio porro de papel de celulosa que brilló por un instante gracias a las blancas luces del lugar y lo encendí. Inhalé hasta asegurarme que hubiese prendido correctamente y se lo pasé.
- ...- El Duke fuma– Es buenísimo, che – con voz chirriante-... donde lo pegaste? De la tía?
- No, me lo trajo un rolinga de ahí del barrio que compra en San Justo...
- En San Justo?
- Si...
- Mirá vos, nunca había escuchado que nadie pegue porro en San justo... he escuchado de transas de merca en San Justo, en unos monobloks...
- Hay monobloks en San Justo?
- Ni idea, no fui nunca, pero eso decían...
- Ni idea, no conozco... pasé una vez, hace mucho... recuerdo que me pareció un lugar horrible... feo estéticamente... como Avellaneda; Avellaneda me deprime, su fealdad influye en mi estado de ánimo, entendés? Eso mismo, creo, es lo que me pasó cuando estuve en San Justo. Qué feo que es Avellaneda...
- Nunca le presté atención... el otro día, en Avellaneda justamente, hablaba con una pibita alemana que vino acá no sé porqué carajo, a hacer qué cosa y la conocí en una fiesta, y me decía que lo que le llamaba la atención de acá, era la cantidad de perros perdidos. Pergggdidos, decía ella medio trabado, pergggdidos... todavía no la cachaba del todo la historieta de que los perros anden por ahí y se reproduzcan y sean perros, que no sean de nadie, solo perros que viven siendo perros... allá, los perros de la calle no existen, hasta tienen obra social los perros... increíble... Imaginate que salís de acá, te vas caminando y no te cruzás ni un puto perro? Sería rarísimo... ni bueno ni malo, porque la verdad es que los perros, verdaderamente, me chupan un huevo, me parecen demasiado sometidos... una versión de amor que no me convence, pero desde que tengo uso de razón, que cruzo un promedio de dieciséis perros por día por la calle... Creo que, por más que los perros no me gusten particularmente, me deprimiría no verlos por la calle... Alemania es mi Avellaneda...
- Pero... vos contás a los perros que ves en la calle? – Dije sorprendido.
- Si... no me preguntes porqué, pero desde que aprendí a contar, de pendejo, que cuento los perros que veo por la calle. En un tiempo, tenía un cuaderno en que tenía dibujado una especie de mapa del barrio en cada hoja y escribía ahí cuantos perros me cruzaba por día y en donde me los cruzaba... ahora ya no, pero me quedó lo de contarlos... viste esas costumbres boludas que tiene uno? Como escupir, comerte las uñas y todas esas boludeces? Bueno: yo cuento perros. – El Duke me mira sonriendo, como avergonzado- Te parece raro?
- Para nada...- Alzo mi vaso hacia las estrellas y propongo un brindis:
- Por la Dalma y la Yanina, mi estimado Duke.
- Ni hablar – Dice el Duke, y choca violentamente mi vaso con el suyo.

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