lunes, 30 de marzo de 2009

Confesiones de un extravagante

Confesiones de un extravagante

No duermo bien.
Hace años.
Dormir, soñar...
Ya no lo necesito
Ni lo extraño
Matar ruiseñores en la noche
Me mantiene en forma
Comer bichitos bolita
En el desayuno
Me ayuda mantener
Una dieta equilibrada
Y eso,
Y eso,
Es muy importante
Me lo contó tu tía,
Mientras me lamía la mugre
De entre los dedos del pie.
Eso fue en febrero
Y yo volvía de jugar al fútbol
Un sábado de sol a las cuatro de la tarde
Después de eso
Me fui al cementerio
A dar una vuelta,
A visitar viejos conocidos
A convidarles de mis mariposas grises
Que saben a rosas fermentadas
A matarlos un poco más
Pero fracasé.
Ninguno de ellos estaba.
Solo una horda de vivos desconocidos
Haciendo malabares con huesos
Recorrí el lugar.
Di una vuelta
Me aburrí
Tomé todas mis cosas
(unos trapos sucios y un viejo bidón de nafta vacío),
y salí a toda velocidad.

Confesiones de un extravagante (II)
(Cría cuervos)

Solté las riendas y me hundí.
El agua no estaba del todo fría
El sol quemaba,
Alentando al lento y perezoso cancer de piel a actuar;
las olas en la alcantarilla
Invitaban a surfear con una tabla de llantos
Entre ratas muertas y forros usados
Pero yo estaba en otro viaje
Las últimas luces
De los últimos días
Habían sido premonitorias.
Se acercaba la noche,
los lobos más fieros
Cantaban sus celos mortuorios
Y su parcialidad maléfica.
En la eterna última noche
Antes del fin del mundo
Y eso que ves,
Aquello que brilla
Por todo el lugar,
No es nuestro llanto
Convertido en estrellas,
No.
Son los cristales rotos
De nuestro
Reflejo.
Y nada de esto es cierto
Y nada de esto es mentira
Sin la mística oscura
De nuestros movimientos
Un vez alguien me dijo:
“deberías probar el vino
de las muertes más lentas,
de los suicidios lógicos
y las fórmulas de vida
aptas para todo público;
aunque más no sea
para darle un chance al destino”
Le contesté que lo pensaría,
Que reflexionaría sobre el tema,
Que probablemente lo haría.
Pero todo fue una mentira.
Sigo siendo partidario
De comer carne cruda
De niños inocentes,
simpatizo con la idea
De extinguir a las ballenas blancas
Que son tan aburridas
Y, cuando me siento triste,
Martillo agujitas
En los ojitos de mis cuervos.
Los crié para que comieran mis ojos
Pero son tan agradecidos,
Los muy estúpidos,
Que los lamen
Llenos de amor.
Mientras
Se
Desangran.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mi estimado, y pensar que es usted quien nme ha increpado com mayou ahínco acerca de qué debe ser poesia y qué no lo es, ciertamente. Usted, que no deja de asombrarme con su poesía, le invito a conocer heliogabalo-poiesis.blogspot.com pase y vea mas que lo mío, lo que mi compadre emiliano campos escribe, sé que dará conversación cuando nos veamos. qué lindo es conocerlo, mi estimado godofredo!! oí que ha publicado en papel... ¡Congratulado sea !!! y nunca abandone su chorizo de tiempo.. al parecer... es un chorizo que reboza de fertilidad.. hasta siempre mi compadre maldito.. desde el averno le saluda, el que escribió y hulló por miedo a que el poema se le metiera en los zapatos ;-)